Luz Alvarado was born in Mexico in 1984. She is a single mother of two, a college student, a full-time worker, and a volunteer. In the interview, Alvarado tells about growing up in poverty and how America resonated in her young mind as the remedy for her family problems. When she was fourteen, she was sent to spend a few weeks with her grandmother who lived in a small town. There she met a man much older than her and was flattered by his attentions. He told her he was on his way to the United States and invited her to go. She decided to go without letting anybody know, excited about the prospect of achieving the American dream, and seeing her brother who was living in Florida. Soon, she realized this man had not been honest about his intentions, but by then she was crossing the border. In the interview, Alvarado tells about the complex relationship she had with this man who became her husband and the father of her two daughters. It took her several years but finally, she was able to leave the relationship, and since then she has been the sole provider for her kids. Because she was a victim of criminal abuse, she was able to apply and obtain a visa that allows her to stay and legally work in the United States. Alvarado says that changing her legal status enormously improved her quality of life; she is no longer living in fear of being deported and separated from her children. Finally, she talks about being a Meals on Wheels’ volunteer, helping her church, and the dreams she has for her future and her daughters’. Descripción: Luz Alvarado nació en México en 1984. Cada día, Alvarado cumple muchos papeles diferentes: es madre soltera de dos hijas, estudiante universitaria, trabajadora de tiempo completo y voluntaria en su comunidad. En la entrevista, Alvarado recuerda que creció en la pobreza y que los Estados Unidos resonaban en su mente joven como el remedio para los problemas de su familia. Cuando tenía catorce años, fue enviada a pasar unas semanas con su abuela que vivía en un rancho. Allí se encontró con un hombre mayor que ella que pronto la hizo sentirse halagada con sus atenciones. Le dijo que estaba en camino a Estados Unidos y la invitó a ir, insistiendo en que debía decidirse pronto. Alvarado pensó que era su oportunidad para trabajar y ganar dólares para ayudar a su familia y también de volver a ver a su hermano que vivía en la Florida. Sin dejarle saber a nadie, emprendió el viaje. No había pasado mucho tiempo cuando se dió cuenta de las verdaderas intenciones de su acompañante y se arrepintió de su decisión, pero para entonces, ya estaba cruzando la frontera. En la entrevista, Alvarado habla de la compleja relación que mantuvo con este hombre que se convirtió en su marido y el padre de sus dos hijas. Cuando finalmente fue capaz de dejar esa relación abusiva se convirtió en el único sostén de sus hijas. Debido a que fue víctima de abuso criminal pudo aplicar y obtener una visa que le permitió quedarse y trabajar legalmente en Estados Unidos. Alvarado explica que adquirir documentos para residir y trabajar legalmente ha mejorado enormemente su calidad de vida, que gracias a ello ya no vive con el temor a ser deportada y separada de sus hijas. Por último, cuenta de su trabajo voluntario en Meals on Wheels of Charleston y en su iglesia y acerca de los sueños que tiene para su futuro y el de sus hijas.
Margarita was born in Santiago Juxtlahuaca in a very small town in the Sierra de Oaxaca, Mexico. Much of her childhood was spent in a shelter for children, where she suffered from the lack of family affection and from economic shortcomings. At sixteen, she went to live with her uncles in Mexico City and began working. "I was rebellious. I wanted to learn, to get out of poverty, to wear beautiful clothes," she recalls. When she returned to Oaxaca, she worked as a bilingual employee at a small local bank. She met a boy who was a seasonal worker in the United States, and they got married and had two children. Facing the scarcity of resources in Mexico, her husband decided to migrate again, and this time she joined him. They left their children with their mother-in-law and went to California to work in agriculture. They missed their children terribly and considered returning to Mexico, but in the end, they decided that it was better for the children to join them in the United States. Together they traveled and worked in different parts of the country until they finally settled in South Carolina.Margarita nació en Santiago Juxtlahuaca en un pueblo muy pequeño de la Sierra de Oaxaca, México. Gran parte de su infancia transcurrió en un albergue para niños donde sufrió la falta de afecto familiar y las carencias económicas. A los dieciséis años se fue a vivir con unos tíos a la Ciudad de México y allí comenzó a trabajar. “Era rebelde, quería aprender, salir de la pobreza, usar ropa bonita”. Cuando volvió a Oaxaca, trabajó como empleada bilingüe en un pequeño banco local. Conoció a un muchacho que trabajaba por temporadas en Estados Unidos, se casaron y tuvieron dos niños. Cuando la necesidad económica los apremió, el decidió volver a emigrar y ella se le unió. Dejaron los niños con su suegra y fueron a California a trabajar en la agricultura. Dado que extrañaban mucho a los pequeños pensaron en volverse, pero al final decidieron que era mejor que los niños se les unieran en Estados Unidos. Todos juntos viajaron y trabajaron en distintas partes del país hasta que finalmente se establecieron en Carolina del Sur.
Carmela was born in a rural community called Ojo de Agua, Santa Cruz, Nundaco, Tlaxiaco, in the state of Oaxaca, Mexico. She grew up speaking Mixtec, learned to speak Spanish in school, and from an early age helped her family with the house and small farm chores. At the age of fourteen, after finishing middle school, she moved to Mexico City. In the interview, Carmela tells about her life in the capital, first under the care of her mother's godmother and then employed with two other families. She tells about the things she learned living in a big city, but also about the situations of injustice and abuse to which she was subjected. Back in her village, Carmela married a childhood friend. Unfortunately, the couple's first baby was stillborn. The loss of her child left her in such deep pain that her family feared for her mental health. Relatives and friends advised them to travel to the United States to distract themselves and recover. Though she was initially unwilling to leave her homeland and terrified to cross the border, she joined her husband anyway and set off along the road to the north. Carmela remembers how they prepared for the trip and the problems they faced in the desert. She also tells of her first impressions upon arriving in South Carolina and how she learned to live in the United States, where her three children were born. Finally, Carmela reflects on work, access to education and health services, her concerns about immigration raids, and her dreams for her family.Carmela nació en una comunidad rural llamada Ojo de Agua, Santa Cruz, Nundaco, Tlaxiaco, en el estado de Oaxaca, México. Creció hablando mixteco, aprendió a hablar español en la escuela y desde temprana edad trabajó junto a su familia en las tareas de la casa y el campo. A los catorce años, después de terminar la escuela media se mudó a la Ciudad de México. En la entrevista, Barrios relata cómo fue su vida en la capital, primero bajo el cuidado de la madrina de su madre y luego empleada con otras dos familias. Cuenta las cosas que aprendió viviendo en una gran ciudad, pero también las situaciones de injusticia y abuso a las que fue sometida. De vuelta en su pueblo, Barrios se casó con un amigo de la infancia. Desafortunadamente el primer bebe de la pareja nació muerto. La pérdida de su niño la dejó sumida en un dolor tan profundo que su familia temió por su salud mental. Familiares y amigos le aconsejaron que viajara a los Estados Unidos para distraerse y recuperarse. Sin deseos de dejar su tierra y aterrorizada de cruzar la frontera, emprendió junto a su esposo, el camino al norte. Barrios recuerda cómo se prepararon para el viaje y los problemas que enfrentaron en el desierto. También cuenta sus primeras impresiones al llegar a Carolina del Sur y cómo fue su proceso de aprender a vivir en los Estados Unidos donde nacieron sus tres hijos. Por último, Barrios reflexiona sobre el trabajo, el acceso a la educación y los servicios de salud, sus preocupaciones sobre las redadas de inmigración y sobre sus sueños para su familia.