Carmela was born in a rural community called Ojo de Agua, Santa Cruz, Nundaco, Tlaxiaco, in the state of Oaxaca, Mexico. She grew up speaking Mixtec, learned to speak Spanish in school, and from an early age helped her family with the house and small farm chores. At the age of fourteen, after finishing middle school, she moved to Mexico City. In the interview, Carmela tells about her life in the capital, first under the care of her mother's godmother and then employed with two other families. She tells about the things she learned living in a big city, but also about the situations of injustice and abuse to which she was subjected. Back in her village, Carmela married a childhood friend. Unfortunately, the couple's first baby was stillborn. The loss of her child left her in such deep pain that her family feared for her mental health. Relatives and friends advised them to travel to the United States to distract themselves and recover. Though she was initially unwilling to leave her homeland and terrified to cross the border, she joined her husband anyway and set off along the road to the north. Carmela remembers how they prepared for the trip and the problems they faced in the desert. She also tells of her first impressions upon arriving in South Carolina and how she learned to live in the United States, where her three children were born. Finally, Carmela reflects on work, access to education and health services, her concerns about immigration raids, and her dreams for her family.Carmela nació en una comunidad rural llamada Ojo de Agua, Santa Cruz, Nundaco, Tlaxiaco, en el estado de Oaxaca, México. Creció hablando mixteco, aprendió a hablar español en la escuela y desde temprana edad trabajó junto a su familia en las tareas de la casa y el campo. A los catorce años, después de terminar la escuela media se mudó a la Ciudad de México. En la entrevista, Barrios relata cómo fue su vida en la capital, primero bajo el cuidado de la madrina de su madre y luego empleada con otras dos familias. Cuenta las cosas que aprendió viviendo en una gran ciudad, pero también las situaciones de injusticia y abuso a las que fue sometida. De vuelta en su pueblo, Barrios se casó con un amigo de la infancia. Desafortunadamente el primer bebe de la pareja nació muerto. La pérdida de su niño la dejó sumida en un dolor tan profundo que su familia temió por su salud mental. Familiares y amigos le aconsejaron que viajara a los Estados Unidos para distraerse y recuperarse. Sin deseos de dejar su tierra y aterrorizada de cruzar la frontera, emprendió junto a su esposo, el camino al norte. Barrios recuerda cómo se prepararon para el viaje y los problemas que enfrentaron en el desierto. También cuenta sus primeras impresiones al llegar a Carolina del Sur y cómo fue su proceso de aprender a vivir en los Estados Unidos donde nacieron sus tres hijos. Por último, Barrios reflexiona sobre el trabajo, el acceso a la educación y los servicios de salud, sus preocupaciones sobre las redadas de inmigración y sobre sus sueños para su familia.