María Asunción Córdova was born and grew up in Punta Arenas, Chile. She is the daughter of Miguel Córdova and the writer María Asunción Requena. When she was eleven years old, her parents divorced and she moved with her mother and her two brothers to Santiago de Chile. Cordova attended the University of Chile, where she graduated with the title of Doctor in Dental Surgery. There, she met her husband, Dr. Carlos Salinas. In 1972, Córdova and Salinas relocated to Baltimore, Maryland to work at the Johns Hopkins University. In this interview, Córdova remembers her life in Chile and reflects about her experiences as a young professional, mother, and activist. / María Asunción Córdova nació y vivió su infancia en Punta Arenas, Chile. Es hija de Miguel Córdova y de la escritora María Asunción Requena. Cuando tenía once años sus padres se divorciaron y tuvo que mudarse junto a su madre y sus dos hermanos a Santiago de Chile. Córdova estudió en la Universidad de Chile, donde se graduó con el título de Doctor en Cirugía Dental. Allí conoció a su esposo, el Dr. Carlos Salinas. En 1972, Córdova y Salinas se radicaron en Baltimore, Maryland para trabajar en la Universidad Johns Hopkins. En esta entrevista, Córdova recuerda su vida en Chile y reflexiona sobre sus experiencias como joven profesional, madre y activista.
In the second part of her interview, Margarita recalls the different places she’s worked since her family settled in the Lowcountry. Her first job was in North Charleston in a food processing facility, where she spent most of her working hour processing vegetables in a walk-in cooler. She withdrew from that position because she was pregnant and the long hours of work in the intense cold were affecting her health. After the birth of her baby, she got a job at Carolina Nurseries in Moncks Corner and was surprised by how many Mexican workers the company employed. Currently, she works with her husband in a landscape company. Upon arriving in the Lowcountry, Margarita and her family settled in a neighborhood located behind Midland Park Elementary. Margarita remembers with great affection the Midland Park teachers who, from the first school day, supported and encouraged her daughter and continued providing help, support, and encouragement throughout her time at school. Her daughter, a young DACA, is studying at the University of Delaware. Margarita reflects on the limitations she had as a mother to support her daughter in the process of applying for college and expresses the immense pride she feels for her daughter’s achievements.En la segunda parte de la entrevista, Margarita recuerda los distintos lugares en los que trabajó desde que se establecieron en el Lowcountry. El primero, fue en North Charleston en una cámara frigorífica procesando verdura. Se retiró de ese lugar porque estaba embarazada y las largas horas de trabajo en el frio intenso le estaban afectando su salud. Después del nacimiento de su bebe consiguió trabajo en Carolina Nurseries en Moncks Corner y se sorprendió de la cantidad de trabajadores mexicanos que la compañía empleaba. Actualmente trabaja con su marido en una compañía de jardinería. Al llegar al Lowcountry, Margarita y su familia se establecieron en un vecindario ubicado atrás de la escuela Midland Park. Margarita recuerda con mucho afecto a los maestros de esa escuela que desde el primer día apoyaron y alentaron a su hija y que a lo largo de su vida escolar la acompañaron y la ayudaron a encontrar recursos para progresar. Su hija, una joven DACA, estudia en la Universidad de Delaware. Margarita reflexiona acerca de las limitaciones que tuvo como madre para apoyar a su hija en el proceso de ingresar a la universidad y expresa el orgullo inmenso que siente por los logros de la joven.
Carmela was born in a rural community called Ojo de Agua, Santa Cruz, Nundaco, Tlaxiaco, in the state of Oaxaca, Mexico. She grew up speaking Mixtec, learned to speak Spanish in school, and from an early age helped her family with the house and small farm chores. At the age of fourteen, after finishing middle school, she moved to Mexico City. In the interview, Carmela tells about her life in the capital, first under the care of her mother's godmother and then employed with two other families. She tells about the things she learned living in a big city, but also about the situations of injustice and abuse to which she was subjected. Back in her village, Carmela married a childhood friend. Unfortunately, the couple's first baby was stillborn. The loss of her child left her in such deep pain that her family feared for her mental health. Relatives and friends advised them to travel to the United States to distract themselves and recover. Though she was initially unwilling to leave her homeland and terrified to cross the border, she joined her husband anyway and set off along the road to the north. Carmela remembers how they prepared for the trip and the problems they faced in the desert. She also tells of her first impressions upon arriving in South Carolina and how she learned to live in the United States, where her three children were born. Finally, Carmela reflects on work, access to education and health services, her concerns about immigration raids, and her dreams for her family.Carmela nació en una comunidad rural llamada Ojo de Agua, Santa Cruz, Nundaco, Tlaxiaco, en el estado de Oaxaca, México. Creció hablando mixteco, aprendió a hablar español en la escuela y desde temprana edad trabajó junto a su familia en las tareas de la casa y el campo. A los catorce años, después de terminar la escuela media se mudó a la Ciudad de México. En la entrevista, Barrios relata cómo fue su vida en la capital, primero bajo el cuidado de la madrina de su madre y luego empleada con otras dos familias. Cuenta las cosas que aprendió viviendo en una gran ciudad, pero también las situaciones de injusticia y abuso a las que fue sometida. De vuelta en su pueblo, Barrios se casó con un amigo de la infancia. Desafortunadamente el primer bebe de la pareja nació muerto. La pérdida de su niño la dejó sumida en un dolor tan profundo que su familia temió por su salud mental. Familiares y amigos le aconsejaron que viajara a los Estados Unidos para distraerse y recuperarse. Sin deseos de dejar su tierra y aterrorizada de cruzar la frontera, emprendió junto a su esposo, el camino al norte. Barrios recuerda cómo se prepararon para el viaje y los problemas que enfrentaron en el desierto. También cuenta sus primeras impresiones al llegar a Carolina del Sur y cómo fue su proceso de aprender a vivir en los Estados Unidos donde nacieron sus tres hijos. Por último, Barrios reflexiona sobre el trabajo, el acceso a la educación y los servicios de salud, sus preocupaciones sobre las redadas de inmigración y sobre sus sueños para su familia.
Felipa was born in a small town in the state of Oaxaca called Capulín and grew up there with her parents and six siblings. She never went to school and contributed to the family economy by participating in the house and field chores from a very young age. Her father was a seasonal agricultural worker in northern Mexico, and Felipa began traveling and working with him when she was nine years old. At the age of fourteen, she moved in with the father of her first daughter, who later emigrated to the United States and never returned. She met and married a farmworker from Guerrero, and together they decided to try their luck in the United States. They traveled the country, working in the fields and in poultry processing plants. Her marital life was very difficult, and fearing for her life, Felipa returned to Mexico. Determined to turn her life around, she left her children with her mother and returned to work in the United States with the illusion of saving enough money to be able to have the whole family together. "My reason is to bring all my children here in the United States so that I can work and give what they want and they can study, " Felipa said. She is now grateful to have achieved her dream: "When I reunited with all my children I told them, ‘Now I'm happy,’ and even now I'm still happy for it, because a daughter died, but I know she died, I know where she is, I know where she went. But they're all with me, I know what they do, I know what they are going to do. There is one who obeys, one does not obey, but I am with them.” Felipa proudly reveals that one of her sons, Antonio, graduated with honors from Strafford High School and is currently a student at the College of Charleston. Felipa nació en un pequeño pueblo del estado de Oaxaca llamado Capulín y allí creció junto a sus padres y seis hermanos. Nunca fue a la escuela y desde pequeña tuvo que dedicarse a las labores del hogar y el campo. Su padre trabajaba como campesino migrante en el norte de México y a los nueve años, Felipa López empezó a viajar a la cosecha junto con él. A los catorce años se fue a vivir con el padre de su primera hija, quien luego emigró a Estados Unidos y nunca más regresó con ellas. Más tarde se unió a otro jornalero originario de Guerrero, y juntos decidieron probar suerte en Estados Unidos. Recorrieron el país trabajando en la agricultura y en plantas procesadoras de pollo, pero a causa de los problemas matrimoniales y temiendo por su vida Felipa regresó a México. Decidida a dar un vuelco en su vida, dejó a sus hijos a cargo de su madre y regresó a trabajar a Estados Unidos con la ilusión de ahorrar para poder tener a toda la familia junta. “No perdí tiempo”” Mi razón es traer todos mis hijos aquí en Estados Unidos, para que yo pueda trabajar y dar lo que ello quiere y estudiar ellos.” Felipa se siente agradecida de haber logrado su sueño: “cuando yo encontré todos mis hijos les dije, ahora sí estoy feliz y hasta horita sigo siendo feliz por ello, porque una mi hija se murió, pero sé que se murió, sé dónde está, sé dónde se fue, pero todos ellos están conmigo, sé lo que hacen, sé lo que piensan hacer, hay uno obedece, uno no obedece, pero estoy con ellos.” Felipa cuenta con orgullo que uno de sus hijos, Antonio, se graduó con honores en la escuela Strafford y actualmente es alumno del College of Charleston.
Riley discusses his efforts at revitalizing downtown through the development of the Charleston Place hotel and Waterfront Park. He faced strong opposition to Charleston Place (originally Charleston Center) from preservationists and local merchants, including Maier Hyman. One opponent nearly landed a blow at the conclusion of a city council meeting. Riley also describes the negotiations that took place to acquire properties between Meeting and King Streets and to relocate tenants, including the Washington Light Infantry. The city received critical financial support for King St. revitalization from the US Economic Development Association and the Department of Housing and Urban Development.
The former mayor of Charleston discusses the troubled origins of the Spoleto Festival - Charleston's performing arts festival that began in 1977. The Charleston events are the US counterpart to the "Festival of Two Worlds" in Spoleto, Italy. Riley recounts the early financial and leadership struggles that led to the departure of festival chairman, Hugh Lane. He also discusses his working relationship with Spoleto's founder, the Italian composer Gian Carlo Menotti. During an especially lean year, Riley provided personal funds to keep the festival afloat. Riley also recalls taking some pride in his nickname "Little Black Joe" or "LBJ." Detractors dubbed him LBJ to suggest that he was pandering to the African American community for votes. He concludes with some reflections on police reform early in his tenure. Police Chief John Conroy worked to rid the police force of "thumpers," or those officers prone to violence.
Charleston's long-time mayor discusses policing, comparing chiefs Reuben Greenberg (1982-2005) and his successor, Gregory G. Mullen (2006-present). Riley reflects on the physical and mental health issues that led to Greenberg's retirement. He also recounts the racially charged fights that marred the Sertoma Classic football games in 1977. Riley offers remembrances of civil rights leader Septima P. Clark.
Riley discusses his close ties to Hillary and Bill Clinton. Riley discusses meeting and supporting Bill Clinton during his presidential campaign. Clinton returned the favor and assisted Riley to keep the federal courthouse downtown. Riley also discusses his discovery and enthusiasm for Barack Obama. Riley explains his support for Obama over Hillary Clinton in 2008. He asserts that he has maintained a positive relationship to the Clintons despite opposing the administration's decision to close the Charleston Navy Base. He acknowledges that the campaign to keep the base open distracted him from his campaign for governor in 1994.
The former Charleston mayor discusses the impact of Hurricane Hugo (1989) on the region. He spotlights the emotional toll that it took on area residents and rejects suggestions that the storm benefited Charleston. Hugo elevated Riley's public profile, but he declined to run in the 1990 governor's race. The recovery led to tensions with Federal Emergency Management Authority and Republican officials. Riley expressed gratitude for Senator Ernest Hollings' outspoken criticisms of FEMA. Riley observes that FEMA is more proactive and professional as a result of their failures in 1989.
Deborah Blalock was born in Pittsfield, Massachusetts in 1959. When she was two years old, her family moved to James Island. She was a student at Nativity School and Bishop England High School and graduated from the College of Charleston majoring in English. Also, she trained as a hand engraver, working at Litaker's and in her father's business, Shogry's Gold Showcase. Years later, she decided to pursue a new career and attended The Citadel earning a master's degree in counseling. She completed her practicum at New Directions, a program of the Charleston Dorchester Mental Health Center (CDMHC) and was offered employment immediately after. In 2004, she became the center director. In the interview, Blalock describes CDMHC's daily operations, the partnership with other community organizations, and how services have evolved over the years. She provides a detailed account of the response to the Sofa Super Store fire and the creation of the First Responders Support Team. Finally, she remembers the aftermath of the Mother Emanuel's tragic shooting and tells about the efforts to provide support to the families of the victims since then. At the time of the interview, the families were preparing for the trial of the killer, Dylann Roof.